Un gran dinosaurio – Crítica
Divertida y conmovedora. Pero se extraña la provocación que otros filmes de Pixar nos han brindado.
Desde hace un siglo y medio, considerando la novela Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne, la ficción ha buscado la forma de justificar la coexistencia entre el ser humano y los dinosaurios. Así de atractiva es la idea de reunir a especies tan separadas por el tiempo en la historia de nuestro planeta.
El mundo perdido, de Sir Arthur Conan Doyle, lo hacía con un remoto lugar en Sudamérica donde los dinosaurios habían sobrevivido, un concepto que cinematográficamente se retomó en King Kong (1933), por citar un ejemplo. En Parque Jurásico, de Michael Crichton, se explicó a través de la clonación.
Es por ello que la premisa de la película de Un gran dinosaurio, destaca por su magnífica ocurrencia narrada en los primeros instantes de la cinta (y también en el trailer). El asteroide que hace 65 millones de años causó la extinción de los dinosaurios… aquí se pasa de largo sin impactar en la Tierra. Algunas criaturas apenas y se distraen por la inofensiva estela de luz en el horizonte.
Estamos ante una realidad alterna, donde unos cuantos millones de años después, los dinosaurios han evolucionado al borde de una sociedad preindustrial. En este mundo vive Arlo, un joven y temeroso Apatosaurio, que involuntariamente queda lejos de su hogar y tendrá que emprender un largo viaje de regreso. Este recorrido físico y de maduración lo realizará acompañado de un primitivo ser humano. Un niño que, no hay manera sencilla de decirlo, se convierte en su mascota. Spot (mancha) es como nombra Arlo al pequeño, por si quedaba duda.
Mientras los dinosaurios son capaces de la comunicación verbal, cosechan, construyen silos y cuidan ganado, la humanidad se encuentra aún en su etapa nómada. Algo así como El planeta de los simios, pero con reptiles. Y por supuesto en versión familiar.
Se trata de una peculiar y divertida road movie, que irónicamente sucede en una era prehistórica en la que no existen los caminos. Es curioso también que el tono del filme se asemeje al de un western, pero no sólo por sus paisajes. Hay dinosaurios que son granjeros, otros ganaderos y algunos más hasta cuatreros. Incluso el score de Jeff y Mychael Danna está por momentos a unos cuantos acordes de emular el tema de Los siete magníficos de Elmer Bernstein.
Seremos muchos los espectadores que además observemos algunas referencias, así planteadas y evidentes, a El rey león y El libro de la selva. Que si bien son tratadas con estilo, probablemente demeriten en la originalidad de la historia. Un gran dinosaurio es una película que como proyecto sufrió modificaciones y retrasos durante se desarrollo. Hubo cambio de director, de elenco y hasta de argumento. Todo ello llevó al inusitado hecho de contar dos estrenos de Pixar en un mismo año.
En cuanto a sus valores de producción, la película es intachable en todos sus aspectos. Lo colores, texturas y hasta el 3D se perciben orgánicos. Por lo que se refiere a la emotividad que provoca en el espectador, hay algunos momentos genuinamente conmovedores. A pesar de ello, y con todo el ingenio para plantear un universo muy específico, no se nota ese arrebato de innovación que muchos otros filmes de Pixar nos han ofrecido.
¿Pudo haberlo tenido? Muy probablemente sí. Los diálogos son escasos en la película. Y no podemos más que imaginar que sin parlamentos (como la parte inicial de Wall-E) el resultado hubiese sido desafiante.