Naoko Yamada: Ranking de todas sus películas
Desde K-On! hasta Koe no Katachi, repasamos la obra de Naoko Yamada.
Honesta, cálida y plagada de humanidad, la obra de Naoko Yamada le ha consolidado a lo largo de la última década como una de las voces autorales más distintivas y cautivadoras dentro de la animación japonesa contemporánea.
Nacida el 28 de noviembre de 1984 en la Prefectura de Gunma, Yamada demostró un interés particular por el dibujo y la animación a una edad temprana. Aquel pasatiempo reforzaría su pasión el campo de las artes y le impulsaría a estudiar una especialidad en pintura al óleo en la Universidad de Artes y Diseño de Kioto, además de formar parte de los clubes de fotografía y efectos especiales durante su trayectoria académica.
Aunque ella tenía la intención de trabajar en la industria fílmica al graduarse, Naoko optaría por unirse en su lugar a Kyoto Animation tras ver un anuncio de reclutamiento y sentir que era el movimiento apropiado. Sus primeros trabajos fueron realizando animación in-between para InuYasha, poco antes de que el estudio comenzase a producir sus propias series en solitario. Ella trabajaría como animadora clave para KyoAni en títulos como Air, The Melancholy of Haruhi Suzumiya, Kanon o Lucky Star, y pronto, recibiría la oportunidad de debutar como directora con algunos de los episodios cruciales de Clannad: After Story. Esto pavimentaría el camino para que Yamada recibiese la tarea de comandar su primera serie, K-On!, con tan sólo 24 años cumplidos en 2009.
También te podría interesar: La magia de Kyoto Animation.
Autodescrita como una “directora de método”, la filmografía de Naoko Yamada se caracteriza por un talento extraordinario para retratar emociones humanas de una forma genuina, empática, respetuosa y fresca de los momentos más ordinarios de la vida cotidiana. Su atención meticulosa al detalle, imágenes evocativas, así como una experimentación constante con composición y técnicas cinematográficas empleadas usualmente en live-action, le han puesto a la vanguardia dentro de la nueva generación de directores del medio.
Superando en unos cuantos años el estatus de “promesa” para asumir una posición privilegiada como líder y una de las figuras públicas más reconocidas de KyoAni. No obstante, Yamada decidió emprender recientemente un nuevo capítulo en su carrera fuera del estudio que la vio crecer luego del fatídico atentado contra sus instalaciones en julio de 2019.
De la mano de Science SARU, Naoko Yamada volvió a la televisión en 2021 con una adaptación magistral del clásico de la literatura japonesa The Heike Story. Asimismo, presentó este año el episodio ‘Él toca nuestra canción’ para la serie antológica Amor Moderno: Tokio y estrenó el cortometraje Garden of Remembrance en el festival Scotland Loves Anime. Ahí mismo se confirmó que la cineasta ya trabaja en un nuevo largometraje del cual esperamos tener novedades muy pronto.
A continuación, repasamos las películas de una artista prodigiosa que se ha posicionado como una de las grandes directoras trabajando actualmente en la industria de la animación a nivel mundial.
4. K-On! The Movie (Dir.ª Naoko Yamada, 2011)
Pocas obras en la historia de la animación han capturado el “espíritu de la adolescencia” como una debutante Naoko Yamada consiguió con su adaptación del manga de cuatro viñetas K-On!, escrito e ilustrado por Kakifly.
A lo largo de dos temporadas compuestas por 36 episodios, tres capítulos extra y un par de OVAs, las aventuras y enredos mundanos de Yui Hirasawa, Mio Akiyama, Ritsu Tainaka, Tsumugi Kotobuki y Azusa Nakano, integrantes del club de música ligera de la Preparatoria Sakuragaoka, cautivaron a millones de espectadores en Japón y el resto del mundo, siendo la primera franquicia anime en vender más de 500 mil discos en Blu-ray. La guionista Reiko Yoshida, quien ha colaborado la mayoría de los proyectos de Yamada, aún recuerda con jubilo cuan apasionada era la joven directora por contar una historia acerca de personajes que no vivían en ningún otro momento fuera del presente, dejándolas inconscientes del doloroso e inevitable paso del tiempo, y obteniendo como resultado uno de los retratos más fieles de una etapa de autodescubrimiento que finaliza con el inicio de la transición hacia la vida adulta.
La ópera prima de Yamada relata el viaje de graduación que las chicas realizan a la ciudad de Londres y el génesis de la entrañable canción “Tenshi ni Fureta yo!”. K-On! perfeccionó la estética moe y narrativa del subgénero slice of life que ha caracterizado a la mayoría de los trabajos de KyoAni y nos dejaría ver el surgimiento de varios de los sellos estilísticos de Naoko Yamada como autora: diseños de personajes que abrazan la delicadeza y elegancia femenina como parte de sus fortalezas artísticas; el uso de efectos especiales para emular imágenes que parecieran capturadas por medio de distintos lentes de cámara; el juego constante con la iluminación y el color para reflejar con fidelidad el estado mental de sus protagonistas; el empleo de sonidos ambientales para brindar mayor veracidad al desarrollo de una escena; una dirección sutil focalizada en la pequeñas acciones, gestos y movimientos de los personajes para contar la historia y, por supuesto, incontables planos de piernas para expresar sus emociones. La película vio mejoras en todos los aspectos de producción respecto a la serie original y es un regalo para todos los fanáticos de Ho-kago Tea Time.
3. Tamako Love Story (Dir.ª Naoko Yamada, 2014)
Tamako Market, la segunda serie a cargo de Naoko Yamada, fue un proyecto original desarrollado en conjunto con el mismo equipo detrás de K-On!, como Reiko Yoshida y el diseñador de personajes Yukiko Horiguchi. El concepto era simple: crear un mundo donde no se retratase un lado oscuro de la sociedad o la condición humana. Una historia sin mayores pretensiones que permitirle al espectador relajarse con el optimismo y calidez desbordante de los habitantes del vívido distrito comercial de Usagiyama.
Pese a su impecable apartado técnico, Tamako Market no consiguió replicar la magia o el éxito de su obra previa, en parte, por lo intrascendente que pude sentirse a nivel narrativo. Todo esto cambia por completo en la secuela Tamako Love Story, una de los relatos coming of age y de romance juvenil más puros y encantadores que jamás veras. Tamako Kitashirakawa es hija del dueño de una tienda de mochi (un postre japonés hecho de arroz). Durante la serie, nuestra protagonista había luchado por mantener el status quo para continuar pasando tiempo con sus amigos y la gente de Usagiyama, a la par de seguir haciendo mochi con su padre y su abuelo. En la película, sus últimos días de preparatoria se acercan y Tamako comienza a notar como todos a su alrededor toman decisiones que traerán cambios transcendentales a sus vidas. Las cosas se complican cuando Mochizō Ōji, su vecino y amigo de la infancia, reúne finalmente el valor para confesarle sus sentimientos y dejarle saber que piensa marcharse a Tokio para perseguir una carrera en la realización cinematográfica. Confundida y con sus emociones desbordadas, Tamako aceptará y asumirá por primera vez la responsabilidad de su futuro incierto en sus propias manos.
Nuevamente, Yamada demuestra su sutileza e impecable tacto con otra historia acerca de la conclusión de la adolescencia y hace latente una mayor confianza y evolución como realizadora, brindándonos un auténtico espectáculo audiovisual del cual ella misma realizó por completo el storyboard, cargando a cada plano de simbolismos y demostrando mucha más osadía en el uso de todas las técnicas de la animación, el cine y la pintura a su disposición. Su trabajo le valió el prestigioso Premio como nueva artista del Festival de Arte de Japón y le posicionó de inmediato como una de las directoras a seguir muy de cerca en los años por venir.
También te podría interesar: Makoto Shinkai: Ranking de todas sus películas.
2. Liz and the Blue Bird (Dir.ª Naoko Yamada, 2018)
Con el paso de cada proyecto, la voz autoral de Naoko Yamada se vuelve más clara. Con cada película, la directora gana más terreno dentro de su estudio y, en consecuencia, su cine puede ser mucho más experimental. Liz and the Blue Bird (Liz to Aoi tori) no se parece a ninguna otra película dentro del portafolio de Kyoto Animation, pues es ante todo un filme de Naoko Yamada.
Este largometraje spinoff de la franquicia Sound! Euphonium –en cuya primera temporada Yamada fungió como directora de serie– se centra en la relación entre la solitaria Mizore Yoroizuka y la extrovertida Nozomi Kasaki, mientras se preparan para su última presentación dentro de la banda sinfónica de la preparatoria Kitauji. La pieza libre con la cual competirán en las Nacionales incluye un dueto entre el oboe de Mizore y la flauta de Nozomi, una composición inspirada en un cuento de hadas que remite a su propia historia: dos amigas cercanas que parecen destinadas a decirse adiós. A medida que los ensayos avanzan, la distancia entre Mizore y Nozomi se hace más profunda y ambas se ven obligadas a revalorar sus sentimientos la una por la otra. Una relación reflejada a través de gestos sutiles, los silencios y los diálogos inconclusos.
Liz and the Blue Bird es una joya, una obra de arte, una producción que saca provecho de todos sus elementos visuales y sonoros para entregarnos una experiencia sensorial íntima y minimalista. Con el objetivo de ajustarse mejor a los temas y el tono de la historia se optó por cambiar completamente la estética en la película respecto a la visto en la serie. Para ello, Yamada contó con el apoyo del diseñador de personajes Futoshi Nishiya, la diseñadora de color Naomi Ishida y el director de arte Mutsuo Shinohara, quienes le brindaron ese aspecto visual tan distintivo a Una voz silenciosa y, lamentablemente, serían tres de las 36 víctimas mortales del ataque incendiario a Kyoto Animation en julio de 2019. La banda sonora también es una delicia, ya se trate del score melancólico de Kensuke Ushio (Una voz silenciosa), creado a partir de la combinación de música y sonidos de objetos comunes grabados dentro de la escuela real que sirvió de inspiración para el anime, o bien, las hermosas partituras orquestales conducidas por Akito Matsuda, compositor de Sound! Euphonium.
Claramente, no es una película para todo público, pues pertenece a una veta más cercana al cine arthouse, cuyos elementos formales habían formado parte en menor o mayor medida de todos los trabajos previos de la directora. Cabe aclarar que, al igual que Tamako Love Story, se trata de un largometraje que puede disfrutarse sin conocimiento previo de la franquicia que le precede.
1. Una voz silenciosa (Dir.ª Naoko Yamada, 2016)
Una voz silenciosa (Koe no Katachi) es sin duda uno de los proyectos más importantes que han sido confiados a Kyoto Animation en toda su historia, al ser su primera producción no pensada para dar pie a una franquicia y la adaptación de un aclamado manga que, ente muchos otros galardones, le significó a su autora Yoshitoki Ōima el Premio como nueva artista en la 19ª edición del Premio Cultural Tezuka Osamu.
Todo acerca de Koe no Katachi hace evidente que no existía una directora ni un estudio más idóneos en la industria para comandar un largometraje tan fuertemente enfocado en comunicación no verbal y en trasmitir emociones a través de expresión, como Naoko Yamada y el staff de KyoAni. Aunque la obra original contó con siete tomos para explorar en profundidad la psique de todos sus personajes, Yamada y la guionista Reiko Yoshida toman la determinación de centrarse durante el filme en el punto de vista moralmente conflictivo de Shoya Ishida. Cuando era niño, nuestro protagonista convirtió en objeto de sus abusos a una niña sorda llamada Shoko Nishimiya, con la complicidad de sus compañeros y ante la mirada tolerante de sus profesores. Eventualmente, una de sus bromas cruza la línea y él termina marginado por el resto de la clase. Pese a sus esfuerzos por emendar sus errores, su camino hacia la redención inicia cuando Shoya se reencuentra con Shoko en la preparatoria y los fantasmas de su pasado no dejan de manifestarse.
Con empatía, respeto y una lente humanista, Yamada hace de ésta una historia de aceptación, acerca del perdón a otros y sobre todo a nosotros mismos. En su primera colaboración con el diseñador de personajes Futoshi Nishiya, el director de arte Mutsuo Shinohara y el compositor Kensuke Ushio, la realizadora nos deleita con una danza visceral de movimiento, color y sonido que transforma conceptos intangibles en una representación lírica de los antídotos contra la culpa, el autodesprecio, la dificultad de comunicarnos y la ansiedad por volver a conectarnos. El guion de Yoshida ofrece además una dimensión sociológica aguda de temáticas como el bullying, el suicidio y el comportamiento de la sociedad ante individuos que considera “diferentes”, los cuales adquieren una dimensión aún más compleja dentro de la dinámica de la cultura japonesa.
La producción ostenta la marca como la película más taquillera del estudio con una recaudación de ¥2,300 millones de yenes en Japón y cosechó números reconocimientos, incluyendo triunfos en los Premios de la Crítica de Cine de Japón, el Festival de Arte de Japón, los Tokyo Anime Awards y los Premios de la Academia Japonesa. Emotiva y desgarradora, Una voz silenciosa es una película magistral con un mensaje de luz al final del túnel: ‘estarás bien’.