Los parecidos

Isaac Ezban es uno de esos pocos directores que, dentro del panorama fílmico nacional, apuesta por fórmulas poco convencionales. Con esto logra evitar tanto los vehículos de entretenimiento prefabricados cuyo único fin es impactar la taquilla, como aquellos que siguen recetas que sólo buscan el favor de los especialistas festivaleros. Y es que sus películas, más allá de lo mediana o bien logradas que estén, tienen una identidad clara. Los parecidos –que funciona de forma más exitosa que El incidente, su trabajo anterior-, es uno de los mejores ejemplos. En ella vemos a un grupo de personas de distintos estratos sociales que quedan atrapadas en una estación de autobuses durante una tormenta y… extrañas cosas comienzan a suceder. Mientras más tiempo están juntos, la tensión entre ellos aumenta y alcanza límites inesperados, afectando así su percepción y llevándoles al borde de la locura en un despiadado juego de realidades. 

La historia es simple, mas no simplista, con actuaciones que nunca pierden el tono –cortesía de histriones de la talla del siempre interesante Gustavo Sanchez Parra- y que se toman demasiado en serio las acciones, pero invitan al espectador a hacer lo contrario, volviéndolo así cómplice de un broma tan inquietante como absurda, en donde el suspenso es el motor principal. 

El director retoma los códigos del cine de terror de los 60 y 70, la publicaciones pulp y premisas al estilo de La dimensión desconocida –mismos que conoce y entiende a la perfección– y los reacomoda para una ofrecer una propuesta delirante que desde el principio provoca al lado más oscuro de la imaginación. Mención aparte merece la forma en que Ezban contextualiza la paranoia que impregnaba el cine de aquellos tiempos –aún impulsado por la Guerra Fría-, ubicando todo el asunto en el convulsionado ambiente político previo a los hechos que marcaron a nuestro país en el año 1968. Esto no sólo justifica las reacciones de los personajes, sino que le sirve al filme para adquirir cierto trasfondo social y así sustentar la sátira y plantear una retorcida e interesante reflexión sobre la identidad y los prejuicios.

Así pues, con Los parecidos –la cual obtuvo el premio a Mejor película latinoamericana en el festival de SITGES– estamos ante un divertido juego de géneros plagado de referencias que ciertamente no es para todos los gustos y, siendo demasiado exigentes, se queda un poco corto con respecto a los excesos que plantea. Sin embargo, no cabe duda de que también se trata de una propuesta arriesgada y redonda con una idea clara y una excelente manufactura.

Es una pequeña joya ideal para aquellos que gustan de la mezcla de horror y humor y resultará una muy agradable sorpresa para el público en general que se permita darle un vistazo.

Jesús Chavarría Critico de cine y cómics. Critico en Cine con Kristoff de Telehit. Fue editor de Stageone México. Colaboró con Playboy, Chilango y la edición mexicana de Archie. Hoy escribe para La Razón y Mórbido Magazine. Conduce el programa de radio y Tv, Rocket.