Las películas siempre han abrevado de la literatura para contar historias, cierto, pero: ¿cuáles de ellas se han basado en obras de autores latinoamericanos? La siguiente lista menciona algunos de ellos y califica, de acuerdo a la opinión de la crítica y el público, las certezas y errores que pueden observarse en dichas adaptaciones.
*Nota: La siguiente lista se encuentra en orden cronológico.
Blow-Up (Dir. Michelangelo Antonioni, 1966)
Michelangelo Antonioni toma la masa de un cuento del genial Julio Cortázar -Las babas del diablo - y la moldea hasta hallar lo buscado: el crimen aparente que un fotógrafo se empeña en resolver. Del relato original queda, sin embargo, la sensación de incomodidad que produce en quien lo lee, esa certeza -o más bien, duda- de que la realidad no es una sola, sino la que queremos ver.
La tregua (Dir. Sergio Renán, 1974)
Aunque es sobre todo reconocido como un gran poeta, las novelas del uruguayo Mario Benedetti no tienen desperdicio. La tregua es una de ellas. Se centra en los bríos renovados con los que Martín -un fenomenal Héctor Alterio-, un viudo con tres hijos, retoma su vida tras conocer a un nuevo amor. Es una tragedia que se disfruta, de esas que, por razones extrañas, solemos gustar los mexicanos.
El beso de la mujer araña (Dir. Héctor Babenco, 1985)
Drama carcelario basado en el libro del mismo nombre del argentino Manuel Puig. Narra la relación amistosa/amorosa que se da entre un militante revolucionario y un travesti en tiempos de la dictadura brasileña. La adaptación, además de valiente -en aquel entonces la homosexualidad era tabú-, es impecable, gracias en mucho a las actuaciones de William Hurt -quien se llevaría el Oscar- y Raul Júlia -quien también lo merecía-.
Como agua para chocolate (Dir. Alfonso Arau, 1992)
La novela homónima de Laura Esquivel ha sido uno de los libros mexicanos más vendidos. Dejemos la calidad literaria aparte -esa que la juzgue cada lector- y reconozcamos que como adaptación cinematográfica funcionó de lo lindo y devolvió a la industria nacional aquella credibilidad que había perdido en la década anterior. La dirigió Alfonso Arau, quien por desgracia ya no repitió un éxito similar.
La casa de los espíritus (Dir. Bille August, 1993)
Saga familiar que hoy día sería tundida en las redes por su descarado whitewashing . Lo más “latinoamericano” de la película es Antonio Banderas, mientras que Jeremy Irons aparece como un “típico chileno”. Pese a sus fallas, vale la pena mirarla por su ensamble de actores -además de los mencionados aparecen Meryl Streep, Glenn Close y Winona Ryder- y por el hipnotizante score de Hans Zimmer. La novela en la que se basa es de Isabel Allende. Evítala si el realismo mágico te produce escozor.
La muerte y la doncella (Dir. Roman Polanski, 1994)
Las torturas empleadas por la dictadura chilena fueron de las más atroces. Echando mano de la dramaturgia, Ariel Dorfman se imaginó un encuentro casual entre una víctima y su verdugo, al cual reconoce por la voz. ¿Querría torturarlo también como primer impulso?, ¿necesitaría antes humanizar al monstruo en un intento por comprenderlo? Polanski nos arroja éstas y otras preguntas a la cara.
El coronel no tiene quien le escriba (Dir. Arturo Ripstein, 1999)
Vehículo para recordar al recientemente fallecido Fernando Luján. Su actuación es lo mejor en este melodrama que fluye un tanto atropellado pese a la experimentada dirección de Arturo Ripstein o la presencia de Salma Hayek. No cabe duda de que la mejor relación de Gabriel García Márquez con el cine fue la adaptación -junto con otros escritores famosos- de una obra que ni siquiera era suya sino de Rulfo: El gallo de oro .
Los crímenes de Oxford (Dir. Álex de la Iglesia, 2008)
Álex de la Iglesia toma la novela policíaca del argentino Guillermo Martínez, Crímenes imperceptibles , y la lleva a la pantalla con el rostro de Elijah Wood (Martin) en primer plano. En el filme hay un asesinato, un profesor, un estudiante listo y fórmulas matemáticas puestas a resolver el misterio, todo ello expuesto mediante esa curiosa mezcla de géneros que el español acostumbra. El resultado es al menos entretenido.
Me estás matando, Susana (Dir. Roberto Sneider, 2016)
Esta adaptación de Ciudades desiertas cumple con exponer con claridad el tema central del libro: las presencia de barreras insalvables. Las que hay entre los Estados Unidos y México, pero también las existentes entre el machismo y la forma en la que la mujer -sobre todo la latinoamericana- se concibe a sí misma en la actualidad. Hay otros cinco o seis textos de José Agustín que merecerían ser llevados al cine. ¿Cuál será el siguiente?
Perdida (Dir. Alejandro Montiel, 2018)
Tal vez la novela de la argentina Florencia Etcheves en la que se basa, y cuyo título es Cornelia , posea una construcción más sólida que este trabajo de Alejandra Montiel. El asunto de chicas secuestradas y prostituidas por la fuerza es un tema interesante y urgente, pero por eso mismo merece abordarse la mayor claridad posible, incluso -o sobre todo- si no se cuenta con los suficientes recursos.
Carlos Jesús González Carlos Jesús (aka Chuy) es escritor y periodista freelance. Desde 2006 radica en Berlín, desde donde colabora para distintos medios. Sus pasiones son su familia, la cerveza, escribir relatos y el cine de los setenta.