La crónica francesa – Crítica de la película
Nostalgia pura envuelta en el carismático estilo de Wes Anderson.
Resulta una empresa complicada describir una película de Wes Anderson. Mucho se ha escrito ya sobre su sello personal y cómo este es simultáneamente adorado por sus seguidores y odiado por sus detractores. Sus películas de alguna forma siempre se sienten, al mismo tiempo, lejanísimas y absolutamente personales. Como pocos, Wes Anderson sabe exactamente lo que quiere y lo que le gusta. Además, tiene muy poco interés en explorar mucho más allá de la milimétricamente planeada caja que se ha construido. Esto no es algo malo, en caso de que quedara ambigüedad. Pero difícilmente yo podría añadir algo nuevo a esa conversación. El estilo del cineasta texano es clarísimo, sin concesiones y deja poco espacio para las opiniones tibias. La crónica francesa no es la excepción.
Enfoquémonos en el contenido. Ahí es en donde le podemos encontrar el alma a una puesta en escena que, en manos menos capaces, no sería nada más que una bonita (y simétrica) envoltura sin nada qué decir. Afortunadamente, Anderson siempre tiene algo qué decir.
Otros cineastas toman sus referentes (y obsesiones) de productos de la cultura popular o de sus propias vidas. Wes Anderson tiende a encontrar la inspiración en los mundos que él se ha creado a partir de situaciones que difícilmente le han tocado vivir. Siente y transmite nostalgia por mundos que no conoció personalmente.
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Para su nueva producción, el realizador volteó su mirada nostálgica hacia un mundo que hace muchísimos años desapareció. El filme se centra en una publicación impresa llamada The French Dispatch (La crónica francesa, le pusieron en español). En la vida real, la publicación que le inspiró es The New Yorker, una revista de comentario y ensayos. Las publicaciones impresas no son necesariamente el enfoque de su nostalgia (aunque sería entendible, pero The New Yorker sigue perfectamente viva). Ésta está en los procesos que él se imagina sucedieron en aquella redacción. Específicamente en un moento en que plumas legendarias del periodismo norteamericano gozaban de una libertad creativa (y presupuesto) que hoy son completamente inexistentes.
La crónica francesa, la película, está estructurada como si hojéaramos aquella edición impresa. Es un filme construido a partir de viñetas enmarcadas alrededor de una junta editorial en la que se planea el último número de la revista. Cada historia está contada a su propia manera. Pero todas bajo el paraguas de encanto y humor visual al estilo Charlie Brown y Jaques Tati que Anderson ha perfeccionado.
Como suele suceder en todas las películas construidas a partir de (esencialmente) cortometrajes, no todos resultan igualmente exitosos. Primero está la historia de un artista encarcelado (Benicio del Toro), la musa/guardia (Léa Seydoux) que lo inspira y el comerciante de arte (Adrien Brody) que no sabe con quién se está metiendo.
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Después nos encontramos con la crónica de un revolucionario adolescente (Timothée Chalamet) y la escritora (Frances McDormand) que compromete su visión cuando se involucra con su sujeto. Como bien apunta la crítica Sheila O’Malley, los paralelos son claros entre esta secuencia y el episodio de la vida real de la periodista Mavis Gallant y su cobertura de las protestas parisinas de estudiantes en 1968. Aquel texto se publicó en The New Yorker bajo el título The Events in May: A Paris Notebook.
En la tercera sección, quizá la más débil, encontramos a Jeffrey Wright (seguramente una mezcla de los escritores de The New Yorker de la vida real James Baldwin y A.J. Liebling) haciendo un perfil de un chef (que se llama Nescaffier, pero todo el tiempo parece que están diciendo Nescafé) que cocina en el cuartel de policías local.
Es difícil entender a La crónica francesa sin ese elemento nostálgico que envuelve a todo el filme y ahí recae la magia de Wes Anderson. Aunque no diría que ésta es su película más exitosa (el ritmo cae y la falta de unión entre viñetas podría resultar chocante para el espectador), sí es notable la habilidad del cineasta para contagiarnos por ese momento histórico que a ninguno de nosotros nos tocó vivir.
La crónica francesa ya está disponible en Star Plus.