Entre navajas y secretos (Knives Out) – Crítica
El cast de Entre navajas y secretos ofrece cátedra por separado y en conjunto, pero quienes más sobresalen son Craig, Evans y Armas.
Con El último Jedi, Rian Johnson generó una avalancha de polarización social; fue aplaudido por buena parte de la crítica especializada y recibió vehementes muestras de escarnio por parte de warsies de hueso colorado. Entre navajas y secretos (Knives Out) es su carta de redención. Le guiña el ojo a ambos polos, pues, por un lado, entretendrá al público a la vez que su juguetón uso de recursos cinematográficos ha complacido a buena parte de los escribas fílmicos.
La película es un whodunit fuera del molde. Los whodunit son las historias que, en el tenor de lo escrito por Agatha Christie, plantean un crimen y durante su narración se trata de descubrir quién cometió el exabrupto, en medio de una atmósfera de sorpresa y tensión. La obra escrita y dirigida por Johnson, sin embargo, respira mediante un pulmón satírico, un manejo de cámara y edición humorísticos fusionados con suspenso.
Estos elementos se entretejen con la historia Harlan Thrombey (Christopher Plummer), quien cosechó una fortuna millonaria a partir de su talento para escribir novelas detectivescas exitosas entre el público. Best sellers, pues. El excéntrico y adinerado hombre con un ímpetu por trasladar sus historias de ficción a su paraje cotidiano muere justo después de su fiesta de cumpleaños.
Es ahí donde comienza el misterio y conocemos a Benoît Blanc (el maravillosamente exagerado Daniel Craig). Un misterioso motivo lo lleva hasta la majestuosa sala de la familia Thrombey, donde se resguarda una de las excentricidades predilectas del patriarca fallecido: una rueda de navajas estilísticamente parecida al trono de Game of Thrones. La intervención de Blanc, al inicio del filme, provoca su encuentro cara a cara con ciertos miembros de la familia Thrombey.
Jamie Lee Curtis, Michael Shannon, Don Johnson, Toni Collette ofrecen sagaces intervenciones en Entre navajas y secretos y tanto ellos como el resto del elenco compuesto por Chris Evans, Katherine Langford y Jaeden Martell levantan sospechas en el sagaz y observador Blanc. Varios parecen tener una motivación para haberse deshecho de Thrombey, impulso estrechamente vinculado al tema monetario.
El elenco ofrece cátedra por separado y en conjunto. Individualmente se apropian de diálogos mordaces y conductas misteriosas; mientras que en conjunto ofrecen dominio escénico, timing y química perfectos. Pero probablemente son Evans, Craig y Ana de Armas quienes más destacan del conjunto. Esta última interpreta a la enfermera de Thrombey, un alma a primera vista pura que no se escapa del escrutinio de la audiencia. ¿Realmente se puede confiar en ella?
Entre navajas y secretos es un guion original –se escribió exclusivamente para la pantalla grande– con un movimiento de cámara y diseño de producción estilizados y enigmáticos. Un dulce trago morbosamente delicioso cuando las disputas familiares entran a cuadro. Es un juego dentro de otro juego, como una matrioshka de sorpresas y con reglas del género doblegadas, pese a que ocasionalmente el filme se deja seducir por ellas, especialmente en ciertos descuidos arraigados en el tercer acto.
Pero lo más fascinante de Entre navajas y secretos no es el cúmulo de acontecimientos desplegados, sino sus personajes. Son vehículos para contar un discurso profundo y vigente; para hilvanar una crítica por medio de la ridiculización y las exacerbaciones, para exaltar una oscuridad vigente: la discriminación, el miedo a la migración y la falaz obligatoriedad de pleitesía al derecho blanco. Es en este puntilloso tema donde las navajas de Johnson están más afiladas para dar en el blanco de consenso.