Borat 2 Subsequent Moviefilm – Crítica de la película

Acompañado ahora de su hija, es hora de que Borat nos recuerde lo grandiosas que son ciertas partes de los Estados Unidos.
Hace 16 años, un reportero aparentemente atolondrado dejó en ridículo a la nación de Kazajistán. Catorce años después, aquella situación es la detonante de una nueva aventura: la película Borat 2 Subsequent Moviefilm es el intento del personaje titular de salvar a su país de la pésima imagen que él mismo le dio. Para lograrlo, deberá entregarle un regalo (primero un mono, luego su hija) a Mike Pence, el vicepresidente de los Estados Unidos.
Ésta es la premisa de Borat 2 Subsequent Moviefilm, una película que (al igual que su antecesora) está armada a partir de viñetas en las que el desvergonzado comediante Sacha Baron Cohen se pone en supuesto ridículo para evidenciar el verdadero ridículo de ciertos segmentos de la población norteamericana.

La película original de 2006 fue un éxito indiscutible y generó cientos de referencias en otras cintas, youtubers copiones, conversaciones mediáticas y, como pocos filmes de comedia, se volvió todo un referente cultural y social. No todo el mundo vio la película, pero todos saben quién es Borat. Y es aquí donde la segunda cinta (que ya no cuenta con la dirección de Larry Charles) se topa con su mayor problema: no sólo todos sabemos quién es Borat, sino que todos sabemos qué esperar. El elemento de sorpresa que cautivó a las audiencias en la película original, en Borat 2 Subsequent Moviefilm está casi completamente desaparecido. Tanto así, que dentro de la misma narrativa del filme, el personaje tiene que disfrazarse para evitar que sus «víctimas» lo reconozcan.
El segundo problema al que se enfrenta, es uno que Nicholas Barber, de la BBC, articuló a la perfección: «En la primera, Baron Cohen nos impresionó al lograr que norteamericanos dijeran las cosas más escandalosamente tóxicas a cámara. Hoy, en contraste, algunos norteamericanos hacen esas mismas declaraciones a cámara todos los días. No necesitan que nadie los engañe o convenza para expresar opiniones que hace 14 años parecían extremas; lo hacen con orgullo».

Eso dicho, la película Borat 2 Subsequent Moviefilm –que fue filmada parcialmente durante la actual pandemia– aun así funciona como una excelente sátira que se estrena en un momento difícilmente más apropiado. Las declaraciones y reacciones de la gente que escucha y acepta como normales las barbaridades de Borat –como que está buscando regalar a su hija o que necesita saber qué tanque de gas es más apropiado para hacer explotar a 20 gitanos– siguen causando asombro aunque uno las espere. No obstante, quien se lleva la película es la chica que interpreta a la hija de Borat. Su nombre en los créditos aparece como Irina Novak, pero el verdadero nombre de la actriz es Maria Bakalova, y su capacidad de improvisación y mantenerse en papel es poco menos que espectacular. En una de las escenas climáticas, en una entrevista con una persona importantísima para la administración Trump, Bakalova (o Novak o Tutar, como se llama el personaje) tiene el temple y la destreza de una equilibrista y estafadora con mucha más experiencia de la que ella, a sus 24 años, puede posiblemente tener.
Y son momentos como ése –o de la pareja padre-hija con un pastor cristiano o en una clínica de cirugía plástica– los que hacen que la película funcione aún con los dos problemas ya mencionados. La película Borat 2 Subsequent Moviefilm difícilmente cambiará la decisión electoral de alguien en el país vecino del norte, pero al menos que sirva para documentar un momento histórico en el que la razón, la lógica y la empatía parecen estar en serio peligro de extinción.
