Los ángeles de Charlie – Crítica
Ángeles de Charlie maneja un discurso forzado que siente obligado por el estudio y nunca destaca como película de acción.
El término en inglés «woke» no existe como tal en español. Sin embargo, el inicio de Ángeles de Charlie podría ayudar para entenderlo: la película abre con el personaje de Kristen Stewart viendo hacia nosotros, el público, diciendo: “Las mujeres podemos hacer cualquier cosa”. A lo que un hombre le responde: “Eso no significa que deban”. De ahí ella describe lo que sería su mundo ideal y que, en su trabajo, ser mujer lo es: “Si eres hermosa no se espera nada más de ti», nos dice. «Y si no, eres prácticamente invisible”.
A esto le sigue una pelea entre Stewart y varios hombres en la que ella (junto con otras Ángeles) los derrota. Después viene una secuencia que podría parecer una bien armada secuencia de créditos iniciales… pero no, son sólo sólo escenas al azar. La secuencia entera parece construida con los resultados de una búsqueda en un banco de imágenes de los términos: “Niñas riendo + jugando + corriendo + estudiando”. No hay motivo alguno, el único propósito es demostrar todo lo que las mujeres pueden hacer, o sea, lo woke que es esta película.
Elizabeth Banks es alguien con peso dentro de la industria en Hollywood. En la comedia ha participado en Wet Hot American Summer, Virgen a los 40, Role Models y Notas perfectas. Estuvo en franquicias de la talla de la trilogía de Spider-Man de Sam Raimi o Los Juegos del hambre, y de paso también dirigió la secuela de Notas perfectas. De esta forma, su participación como actriz, guionista y directora en Ángeles de Charlie resultaba interesante de ver. Sin embargo, en todos los apartados más allá de la actuación, quedó a deber.
Más que una película, Ángeles de Charlie se siente como un producto cuyo único propósito es presumir lo consciente que es frente al empoderamiento femenino. Esto, sin embargo, raya en lo excesivo: en lo “en tu cara”. Mientras que en los últimos años el empoderamiento ha sido una tendencia –constante y necesaria, sin duda–, lo cierto es que existen películas con escenas o diálogos que parecen existir sólo para cumplir una cuota, para entrar en la conversación. La secuencia de Carol Danvers levantándose por sí sola en Capitana Marvel o aquella de «ella no está sola» en Avengers: Endgame son ejemplos claros… y Ángeles de Charlie entra aquí perfectamente.
Dejando a un lado esa tendencia de ser woke. El humor en la película, llevado en gran parte por Kristen Stewart, se percibe muy forzado, como si su personaje buscara desesperadamente tener la última palabra, tener el último punch line. Así, entrega penosas «joyas» como cuando explica que en Hamburgo no se inventaron las hamburguesas, sino que fue en Frankfurt. Y el resto de los Ángeles, en términos de comedia, mejor ni hablamos.
Quien sí es una grata sorpresa, es Luis Gerardo Méndez, cuya naturalidad le roba pantalla a las ángeles mismas. Tiene un personaje pequeño, pero fluye y es él quien entrega los mejores diálogos: particularmente en una secuencia donde todos los personajes se ponen a hablar de Batman.
Por el lado de la acción y las peleas, éstas están torpemente dirigidas. Existe un abuso de la llamada shaky cam (cámara temblorosa) y una edición trepidante con demasiados cortes. A diferencia de películas como John Wick, Atómica o Misión: Imposible – Repercusión, en donde se agradece poder apreciar una secuencia de acción (y el trabajo de los dobles de acción) con la cámara fija, en Ángeles de Charlie todo es excesivo y confuso. Y esto sin mencionar una pelea digna de final de campeonato estatal de la UFC, de la cual las chicas salen sin un solo rasguño o moretón. Claro, ése bien podría ser un cliché de película de acción, pero ¿cómo olvidar a Keanu Reeves o Charlize Theron ensangrentados y casi moribundos?
Y a todo esto, ¿cuál es la trama de Ángeles de Charlie? Una chica (Naomi Scott) recibe la ayuda de los Ángeles (Ella Balinska y Kristen Stewart) para obtener un aparato de la más alta tecnología -pero que parece juguete de un bebé- que amenaza la seguridad mundial. A lo largo del camino, el trío de mujeres tendrá la ayuda de Elizabeth Banks y Patrick Stewart, todo esto culminando en un tercer acto totalmente incomprensible, del lado del villano.
Las intenciones de Elizabeth Banks y compañía podrían sentirse honestas, pero la realidad es que el discurso que maneja se siente forzado y más bien producto de una orden del estudio. Todos esos momentos se perciben falsos y obligatorios. Su secuencia inicial, aquella con una decena de niñas demostrando, como dice Stewart, que pueden hacer cualquier cosa, es linda, pero al parecer para ser un Ángel de Charlie necesitas medir más de 1.75, pesar 60 kilos y tener más pasión y gusto por la moda que Miranda Priestly.