Lo mejor de mi vida (Fathers and Daughters) – Crítica

No, no se sorprendan, no se trata de un deja vú. Es sólo que el director italiano Gabriele Muccino decidió volver al drama y, en este caso, a través de una historia en la misma línea que En buca de la felicidad, aquella protagonizada por Will Smith y que, sin duda, ha sido su producción mejor lograda hasta ahora. Con Lo mejor de mi vida estamos ante un nuevo acercamiento a los alcances y estragos de la paternidad, cuando ésta tiene que enfrentar las condiciones más adversas.

Fathers and Daughters –cuyo horrible título en español es Lo mejor de mi vida–, por un lado nos cuenta la historia de Jake Davis, un novelista ganador del premio Pulitzer, quien debe luchar contra una extraña enfermedad mental al tiempo que cría a su hija Katie, de cinco años, luego de la muerte de su esposa. Por otro lado, el filme también se enfoca en Katie algunos años después. La joven es ahora una estudiante de psicología y trabajadora social que sigue enfrentando los recuerdos y secuelas emocionales dejadas por su difícil infancia y la complicada relación con su padre.

La cinta se filmó enteramente en Pittsburgh y lo primero que llama la atención, sobre todo porque el recurso funciona bastante bien, es que se cuenta en dos líneas paralelas, saltando entre los años 80 y la actualidad. Esta efectividad se debe, en gran medida, al buen quehacer del editor Alex Rodríguez, cuya capacidad está probada gracias a películas como Y tu mamá también y Niños del hombre. Es precisamente este juego de tiempos lo que representa el principal acierto del director, quien así logra alejarse (por lo menos en cuanto a formato) del ya mencionado antecedente en su filmografía. Sin embargo, ése no es el único reto del que logra salir bien librado, y es que gracias a la fluidez del desarrollo y la fuerza de los puntos de tensión, bordea con sutileza la frontera del melodrama y evita caer en los parajes lacrimógenos más extremos.

En contraparte, el guion escrito por Brad Desch redunda en el convencionalismo y vuelve algunas secuencias muy predecibles. Otro punto débil es la austeridad en algunas de las interpretaciones, las cuales ofrecen sólo lo básico para que el asunto funcione. Esto con la excepción, por supuesto, del australiano y oscareado Russell Crowe (quien nos recuerda aquí un poco a su personaje en Una mente brillante), la veterana Jane Fonda (en el papel de la editora de la protagonista) y Bruce Greenwood (como un abogado manipulador). Claramente, ellos demuestran el oficio suficiente para entregar personajes de cierta complejidad sin meter el acelerador. En cuanto al resto del reparto, incluida Amanda Seyfried, quien lleva el papel principal, apenas sobrepasan el bosquejo.

Lo mejor de mi vida es melodrama consistente que, aunque no evade los códigos más usuales del género y deja la impresión de haber desaprovechado a varios de los actores incluidos, evita bien el desbordamiento al que dado el tema y los personajes, parecía estar destinado. Además, sustenta una reflexión sobre la relación entre padres e hijos que nunca deja de ser interesante y la cual, sin problemas, logra la identificación plena del espectador. Amén de que seguramente conmoverá a los corazones más cursis.

Jesús Chavarría Critico de cine y cómics. Critico en Cine con Kristoff de Telehit. Fue editor de Stageone México. Colaboró con Playboy, Chilango y la edición mexicana de Archie. Hoy escribe para La Razón y Mórbido Magazine. Conduce el programa de radio y Tv, Rocket.