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Columnas

Elle y el poder de Isabelle Huppert

23-01-2017, 10:20:32 PM Por:
Elle y el poder de Isabelle Huppert

La película de Paul Verhoeven presenta un personaje femenino como el que no se había visto antes.

El mejor punto desde el que se puede mirar una película como Elle es uno despejado de errores. Para empezar, descartemos lo que parece ser y no es: no se trata de un thriller erótico a lo Bajos instintos pese a que el director sea el mismo, ni tampoco es un filme de venganza. En realidad no se parece a nada que se haya hecho hasta ahora –ciertamente no en Hollywood– y además se encarga de confirmar la teoría de que Paul Verhoeven está más cerca de la genialidad maníaca de Van Gogh que del realismo costumbrista de Rembrandt. Un simple experimento lo confirma: vista entre líneas, su Showgirls puede leerse más como un manifiesto sobre la ambición –uno, por cierto, muy interesante–, que como una mala película de encueradas que acabó con medio cuerpo metido en la serie B.

A sabiendas de lo anterior, sobre todo de la forma en la que al cineasta holandés le gusta jugar: a) con la mente de sus personajes y b) con las emociones de las audiencias, Elle no solamente es una película excelente, sino que además es absoluta e inequívocamente contemporánea, factible de ser gatillada sólo desde el presente. Nunca antes el cine había retratado a una mujer tan autoconsciente de su empoderamiento y del control que emana de él. Porque si bien Michèle Leblanc, que es como se llama, es ultrajada a niveles despreciables, hay algo en ella, una cuestión de orgullo, pero ante todo de discernimiento, que la mueve a retomar el timón hasta lograr que incluso el horror se vuelque en su propio beneficio. A Michéle se la podría, y con razón, calificar de fría, por no decir de perversa, pero jamás de esforzarse por eludir ser lo que es, ni aun cuando la mitad del conjunto se halle podrida.

Para un papel así resulta imposible imaginar a otra que no fuese Isabelle Huppert, actriz que desde La pianista nos dejó claro que se puede contar un rostro dulcísimo y al mismo tiempo poseer la mirada de quien navega por aguas sórdidas y retorcidas. A ella le corresponde una gran parte del éxito que hasta ahora ha recabado la película, la primera que Verhoeven rueda en francés, y sin duda la que contiene al personaje femenino más complejo y estimulante de los que ha dirigido hasta ahora. Un personaje que hoy día, en el año cero de la era Trump y con la incansable misoginia zopiloteando sobre nuestras cabezas, se halla dotado de una ligera pero perceptible fuerza redentora, susceptible de planear aun por encima de su indiscutible inmoralidad. Despejemos, pues, los errores.

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autor Carlos Jesús (aka Chuy) es escritor y periodista freelance. Desde 2006 radica en Berlín, desde donde colabora para distintos medios. Sus pasiones son su familia, la cerveza, escribir relatos y el cine de los setenta.
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