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Columnas

Más poder, más ambición, más Claire

30-03-2016, 2:01:51 PM Por:
Más poder, más ambición, más Claire

En nuestra primer entrada, les hablamos de House of Cards Season 4.


Si Frank Underwood orinando en la tumba de su padre al comienzo de la tercera entrega de House of Cards dejó claro que aquella sería una temporada transgresora del respeto entre los personajes, los primeros minutos de la cuarta vuelven a vaticinar mediante secreciones la supresión de los límites. Tan solo ver el cold open del piloto es suficiente para adivinar algunos de los temas que se volverán recurrentes en la trama. En él, vemos al periodista Lucas Goodwin, otrora director del Washington Herald, reducido a narrador de relatos eróticos para su compañero de celda quien se masturba en la litera debajo de él y es que no es que el acto esté mal en sí, sino el contexto el que se da que lo convierte en un despojo de la intimidad para el personaje, es la hostilidad de las condiciones la que nos hace entender que incluso “acompañado”, está en completa soledad y esos, son dos sentimientos que se convertirán en hilos conductores del entretejido moral del drama.

El primer momento en el que nos reencontramos con el entrañable Underwood, es a bordo del avión presidencial, acompañado de su siempre fiel perro guardián, Doug. Inmerso en sus labores de campaña, parece incapaz de concentrarse sin Claire, a quien vemos llegar a Texas a una casa aparentemente deshabitada pero que enseguida descubrimos se trata de la residencia familiar en la que su propia madre se niega a verla. Y así es como nos presentan a los personajes más poderosos de los Estados Unidos: solos. El dúo dinámico finalmente se ha separado y a diferencia del engranaje perfecto que representaban en las temporadas anteriores, esta vez cada quien impulsa su propia agenda, en solitaria complicidad. ¿Será que la apuesta por el poder les haga rivalizar o por el contrario estrechará la relación de mutualismo entre ellos?


De vuelta en la celda de Lucas Goodwin vemos una escena más que termina por establecer los temas rectores del episodio (y la temporada). Esta vez somos testigos de cómo el periodista se ha ganado la confianza de su compañero de prisión sólo para servir de espía y conseguir su libertad como testigo protegido. ¡Eureka! La traición a favor del beneficio personal es la última pieza del clima en el que House of Cards nos quiere sumergir. Ok, este último es uno que ha estado presente desde el primer capítulo, pero había que recordarnos que en esta serie no existe tal cosa como la confianza o la lealtad. En tanto a Goodwin, otra carta ha quedado cerrada sobre la mesa. Su sed de venganza, la información que conoce y su aparente sumisión lo convierten en una bomba de tiempo plantada para estallar en cualquier momento y empujar la historia.

Ahora regresemos con el presidente, a quien volvemos a encontrar en sus horas de desvelo fuera de casa, molesto por encontrarse con el guardarropas de Claire en su cuarto de hotel y ordenando se lo lleven; después de su rabieta, busca saciar su necesidad de compañía ordenándole a Meechum quedarse (¿será que volveremos a ver otro threechum en esta temporada?). En resumen, vemos a un Frank Underwood ansioso, caprichoso, enojado y decidido a demostrar su poder y preservarlo. Con la prerrogativa del “hágase mi voluntad” que le da la presidencia, podemos esperar que Underwood nos lleve por los caminos más oscuros.

Por el contrario, Claire está determinada y poco a poco nos va revelando sus planes: esta vez va por el poder. Primero, se hace de alguien que dirija su campaña para congresista, aquí es cuando entra en juego el personaje de LeAnn (Neve Campbel) quien promete convertirse en uno de peso en la serie. Después, la vemos poner en marcha su maquinaria de bullying político en contra de la adorable Doris Jones para ocupar el lugar que por derecho le corresponde a su hija Celia. Para rematar, Claire le asegura a LeAnn que este no es un proyecto a corto plazo, que quiere los próximos 15 años de su vida y que “Texas es apenas el comienzo”. Más claro, ni el agua: Claire quiere el pastel grande, ha empezado a crecer en ella el “bichito” de la presidencia.


Mientras todo esto pasa, la opinión pública se vuelca sobre el matrimonio Underwood y en este punto el reencuentro de Francis y Claire se hace inminente. Cuando finalmente sucede, la reunión es totalmente pragmática, una negociación. Frank necesita de Claire para callar a la prensa, Claire necesita su apoyo para seguir adelante con su candidatura, parece un win-win, pero el precio por “calmar las aguas” es arrojar a la mamá de Claire bajo el camión haciendo pública su enfermedad, arrancándole su intimidad para poder salir victoriosos. Los Underwood volvieron a dejar en claro que no importa cómo ni sobre quién deban pasar para saciar su hambre de poder. Parece que la pregunta ha sido respondida: los Underwood seguirán apostando por el mutualismo.

Ya hacia el final del capítulo, nos encontramos con Claire regresando a su madre como la hija pródiga que busca redención. Por primera vez se quebranta ante la imagen de su madre en decadencia pero entendemos que es de ella de quien viene toda esa firmeza y sangre fría para actuar. Sin dejar espacio a la condescendencia o a las condolencias, le dice a Claire “tú eres más fuerte de lo que él es, pero tienes que ponerlo en su lugar”.  Es esta línea con la que cierra el primer capítulo con la que realmente empieza lo que será la nueva entrega de House of Cards. A Claire se le ha denominado como la de mayor fortaleza y aquella en cuyas manos está confrontar al presidente Underwood. Si su papel hasta ahora ha sido crucial en la trama, ahora se perfila para convertirse en un pilar del complejo juego de poder.


La Claire herida que nos dejó la tercer temporada desaparece por completo para abrirle paso a una mujer con una nueva ambición, más peligrosa y decidida que nunca, una mujer que jugará un papel (aún más) clave en los siguientes episodios.

Para muchos el final perfecto de la serie debió ser la segunda temporada, cuando todas las piezas del ajedrez político de Underwood se acomodan para darle jaque a Garret Walker. La tercera entrega decepcionó por parecer plana y a momentos forzada. Pero la cuarta temporada nos recuerda la ambición y el hambre por el poder que nos acercaron a los Underwood en primer instancia. Se perfila para ser una temporada que nos lleve a los orígenes de nuestro amor por House of Cards y de la que sin duda, queremos ver más.

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autor Colaborador en web y revista Cine PREMIERE desde 2006. Me especializo en anime/manga, comics, doblaje, tecnología y videojuegos. Mis sagas favoritas: Doctor Who, Star Trek, Dragon Ball y Star Wars. Batimaníaco, geek ochentero y hardcore gamer.
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