Luna de miel en familia
La comedia con Adam Sandler y Drew Barrymore, Blended, apela al humor más rudimentario, tiene números musicales fuera de lugar y chistes soeces.
Adam Sandler y Drew Barrymore. Drew Barrymore y Adam Sandler otra vez juntos y como “pareja romántica”. Luna de miel en familia (Blended) es la 3a ocasión en la que sus nombres figuran juntos en las marquesinas tras La mejor de mis bodas (The Wedding Singer), donde como aquí, también los dirigió Frank Coarci, y Como si fuera la primera vez (50 First Dates).
Y aunque han sido pocas las veces en las que Sandler ha demostrado su faceta como actor dramático, en Luna de miel en familia retoma ligeramente aquellos visos. Fiel a lo demostrado en sus más recientes películas, sigue aferrado al camino de comedias desproporcionadas, exageradas, reiterativas, pero aquí no tiene una narrativa tan caótica y cuenta con más de un momento rescatable.
Ahora no tiene una hermana gemela, ni es un padre desastroso, no debe conquistar a la misma mujer 50 veces o llevarle serenata a las alturas. Bajo la dirección de Coarci, la historia se plantea rápido y se estanca el resto del tiempo. En la escena de apertura los protagonistas Jim (Sandler) y Lauren (Barrymore) están a la mitad de una desastrosa cita a ciegas.
Unas alitas y cervezas después se separan para no verse nunca más. Sin embargo, el forzado guión de Ivan Menchell y Clare Sera los reencuentra constantemente, hasta que el pretexto más absurdo los lleva de vacaciones a un safari africano. Como los padres solteros que son, Jim y Lauren llevan consigo a su familia y es entonces que todas las situaciones esperadas tienen lugar. Comienza la reiteración del cliché, más cliché, más cliché.
En medio hay números musicales fuera de lugar, chistes soeces y grotescos (aunque un poco más refinados que en Jack & Jill o Ése es mi hijo) y los contados momentos emotivos se demeritan con el exceso de explicaciones que ofrecen los diálogos.
Pese a que Luna de miel en familia apela al humor más rudimentario, quienes se roban el espectáculo son el elenco infantil –con todo y las situaciones con que lidian y sus estereotipados personajes–, Joel McHale –ciertamente encasillado en el rol de douche– y los animales que aparecen como telón de fondo en el safari, incluso con el desafortunado CGI.
¿Y en cuanto a Sandler? No es la peor de sus recientes películas, pero también es cierto que ha dejado la vara muy abajo.