Las vueltas del destino

Con toda la sutileza de un balde con agua fría, Las vueltas del destino (cuyo título en español nos dice todavía menos que su original en inglés, August Osage County, el cual sólo nos establece una época del año y un lugar) es una exposición al desnudo de una familia que lleva demasiado tiempo corriendo de sí misma. Adaptada de una obra de teatro ganadora del Pulitzer y firmemente sostenida por sus diálogos y actuaciones, el filme empieza en un nivel emocional altísimo y no se toma un sólo segundo de descanso en las 2 horas que dura esta reunión familiar del infierno.

La excusa para juntar a todas las hijas Weston bajo el mismo techo es la repentina desaparición del padre, quien luego de dejarnos a cargo de la matriarca Violet (Meryl Streep), sale de la escena y abre la puerta a un torrente de reclamos, secretos, rencores e intenciones escondidas dignas de un dramón telenovelero. Y he aquí el verdadero éxito y logro de John Wells, el director, y Tracy Letts (dramaturgo, que aquí adapta su propio libreto teatral), pues logran darle a la cinta el nivel adecuado de hiperrealismo y melodrama suficiente para llevarlo al límite de lo racionalmente creíble dentro de una pieza que se rehúsa a caer en una parodia de este tipo de dramas.

Aunado al fantástico trabajo de adaptación y puesta en escena, uno no podría dejar de aclarar y resaltar el hecho de que sin el elenco adecuado, este tren se pudo haber descarrilado en cualquier momento. Como en cualquier obra que vale cada centavo de su costo de entrada, no hay una sola palabra fuera de lugar y se requiere de histriones de la más alta orden para darles vida. Y así, no sólo Meryl Streep (quien ya sabemos es garantía y podría darle vida al más insulso de los diálogos) sino desde Sam Shepard, quien abre la cinta como el patriarca Beverly Weston, hasta Julia Roberts (fácilmente en la mejor interpretación de su carrera) y a la joven Abigail Breslin, cada uno está calibrado al nivel preciso que requiere la obra.

Al final, aunque Las vueltas del destino puede llegar a sentirse pesada (sobre todo por el alto nivel emocional que maneja constantemente), si uno la entiende casi como una obra de teatro filmada, ésta puede ser una experiencia muy disfrutable y, ¿por qué no?, hasta catártica.

J. Ivan Morales Escritor, director de cine y director editorial en ésta, su amigable vecina publicación de cine, Cine PREMIERE. Nunca perderá la esperanza de una segunda temporada de Studio 60 on the Sunset Strip y Firefly.