La gran aventura Lego
Por su divertido cocktail de ocurrencias y fidelidad al concepto original, The Lego Movie es la mejor adaptación cinematográfica de un juguete.
Cuando una película animada inicia con un pegajoso número musical de crítica e ironía ante el conformismo social –con claros y evidentes apuntes orwellianos– no podemos más que preguntarnos si estamos ante una historia para niños. En este caso, la respuesta es un rotundo y contundente “sí”. Tanto para el niño de la butaca de al lado, como para el niño que traemos dentro.
Justamente uno de los grandes méritos de La gran aventura Lego (The Lego Movie) es lograr contar un entretenido relato para pequeños y al mismo tiempo bombardear a los adultos de divertidas e ingeniosas referencias, que incluyen una inolvidable versión de Batman.
La anécdota básica parece robada de Matrix, a su vez usurpada de distintas religiones, en donde un individuo se convertirá en el redentor. “Ven conmigo si quieres no morir”, es el juego de palabras directamente tomado de Terminator 2 con el que iniciará la travesía de Emmet, un simplón obrero que vivirá grandes peripecias. Una aventura en donde se cruzarán todo tipo de universos y personajes. Desde galaxias lejanas, hasta tierras medias. Donde lo mismo aparecerán piratas, vaqueros, superhéroes, personajes históricos o coloridos optimistas de naturaleza felina. E incontables alusiones fílmicas.
LEGO, hay que mencionarlo, es una empresa de Dinamarca que desde 1934 se dedica a fabricar juguetes. Su sistema insignia de bloques de plástico, concebidos a mediados del siglo pasado, son conocidos en todo el mundo. El nombre proviene de la frase danesa “leg godt” que significa “jugar bien”. Una virtud de La gran aventura Lego es su fidelidad al concepto básico de ensamblar y construir todo tipo de cosas partir de los bloques.
Si bien la película está en su gran mayoría animada digitalmente, su estilo visual remite a la técnica del stop motion, para brindar la ilusión del movimiento en objetos y personajes construidos a partir de las elementales figuras geométricas. Hasta el agua y el humo son simulados con bloques LEGO. Mientras que el humor toma ingredientes de diversos géneros fílmicos.
El éxito creativo de la película no es casual. Desde hace años la marca ha incursionado en videojuegos, programas televisivos y películas para el hogar en donde se ha explotado, como en los casos de Star Wars, el homenaje y la parodia. La acertada dirección de Phil Lord y Christopher Miller, expertos en el remedo referencial, consolida el proyecto. Sin embargo, entre gag y gag los ritmos inevitablemente fluctúan. Y es justo eso, más su eminente carácter derivativo, lo que le impide alcanzar la perfección.
Nada mal para lo que en realidad es un comercial de 100 minutos de duración en la pantalla cinematográfica. El sueño mercadológico, aspirado desde hace tantos años en la meca hollywoodense, de adaptar un juego o juguete en un rentable filme de calidad finalmente se ha hecho realidad. La gran aventura Lego pudiese ser el Santo Grial de esta vertiente temática, dejando atrás la lamentable miseria intelectual de Transformers, con todo y sus éxitos de taquilla.
Junto con Toy Story, cuyos protagónicos no están basados en juguetes previamente existentes, la película de LEGO comparte interesantes filosofías sobre la naturaleza del juego y el esparcimiento infantil. Pero sobre todo del juguete como complemento de la creatividad.
NOTA: Independientemente del profesional y correcto trabajo de doblaje al español de La gran aventura Lego, es lamentable que en México no se exhiba ni una sola copia de la película en inglés. Nos perdemos las voces de un extraordinario reparto.