Robosapien
Aunque Robosapien no tiene nada precisamente “de malo”, tiene una construcción génerica, llena de clichés y atascada de lugares comunes.
Si buscan la palabra “Robosapien” en internet, encontrarán que la mayoría de los resultados no hacen referencia a una película para niños en la que un robot y un niño se vuelven mejores amigos, sino a una línea de robotitos a control remoto que caminan, bailan y se mueven al gusto del usuario. Es exactamente el tipo de juguete que causa batallas épicas entre los pequeños que lo acaban de ver bailar en un centro comercial y sus (muy prudentes) padres que sólo venían con el plan de comprarle unos shorts nuevos… no un juguete bailarín.
Pensando en ellos, supongo, el productor de Spider-Man (curioso que su nombre en los créditos iniciales utiliza la misma fuente que el héroe arácnido) Avi Arad, convirtió al Robosapien en una película para niños muy simple. Simplona, más bien.
La trama comienza cuando al inventor del robotito inteligente le intentan robar su prototipo y éste termina en las manos de un niño genio que es torturado en la escuela por gustarle la ciencia y la tecnología. Cody, como el niño bautiza al robot, le ayudará a Henry a superar sus miedos y creer en sí mismo, mientras que Henry le ayudará a su nuevo amigo a reunirse con su “padre”, el inventor.
Aunque Robosapien no tiene nada precisamente “de malo”, tiene una construcción tan génerica, tan llena de clichés y tan atascada de lugares comunes, que es difícil hablar de ella más allá de un producto diseñado para, sin arriesgar mucho, intentar aprovechar el relativo mediano éxito de una línea de juguetes. La frase “chicle y pega” me viene a la mente.
Si le va bien a la película, qué bueno, y si no, no perdemos mucho. Curioso resulta incluso que su estreno sea en salas y no directo a DVD, donde no sorprendería pronto ver un par de secuelas. Ojalá alguna de esas use al Roboraptor, que francamente se ve mucho más divertido.