Morgana

Morgana se sueña noche tras noche en la casa de su niñez, con aquél hermoso lago frente a la ventana y con esa mujer que la lleva ahí para entonces arrastrarla bajo las aguas. Atormentada por el miedo a volverse loca, la joven intentará así descubrir la verdad sobre Mercedes, quien se suicidara ahí años atrás y cuya fantasmagórica presencia amenaza ahora no sólo su cordura, sino su vida misma.

La típica historia de fantasmas, Morgana remite sin duda a un cine de terror que podríamos denominar como clásico, más en el espíritu de Hasta el viento tiene miedo que de las estridencias del torture porn y el found footage. Y es que el director de la cinta, Ramón Obón, no es en absoluto ajeno al género: responsable de una centena de guiones, entre los que se encuentran títulos como El imperio de Drácula y las aventuras de El Santo Santo contra los asesinos de otros mundos y Santo vs. Las lobas, Obón es representante de una de las más ilustres estirpes de nuestra cinematografía: su padre habría escrito El vampiro, piedra de toque del horror nacional. Responsable también del argumento, el señor Obón sabe así invocar motivos infaltables en este tipo de cintas, de la casona en el bosque a la muñeca o el viejo sirviente que nos refiere su trágica historia de amor, locura y almas en pena. En ese sentido, Morgana cumple como ejemplo de ese Gótico a la mexicana que se niega a morir.

Y sin embargo, en su regreso a la dirección, el veterano cineasta parecería ajeno a las evoluciones de un género que mucho se ha sofisticado en los últimos años, y cuyo mejor exponente sería tal vez KM 31. Si bien la tecnología y los efectos visuales no son ni requisito ni garantía de terror, lo cierto es que Morgana parecería más interesada en machacarnos el drama de los vivos –el conflicto entre la chica y su tía solterona, el novio y la mejor amiga, de fin de semana en la casa– que en la espectral antagonista y su venganza de ultratumba, conjurando así un melodrama más bien inocuo que disipa, en su verbosidad, cualquier atisbo de un terror que simplemente no termina de hacer su aparición.

Mención aparte merece la música, a cargo de Alejandro Giacomán y que ayuda a enfatizar el tono un tanto onírico del relato pero que, al mismo tiempo, choca un tanto con lo anodino del melodrama que es en realidad. Y éste es quizás el mayor problema de la cinta, que tiende a insistir en los dilemas de sus personajes sin conseguir desarrollarlos del todo: hay ocasiones en que, tras una escena reveladora, se sigue otra en la que los personajes se limitan a referir lo que ya se ha visto, lo que por supuesto diluye cualquier impacto que pudiera tener la escena original. El reparto –que incluye lo mismo actores consagrados, como Lilia Aragón y Luis Felipe Tovar, que jóvenes prometedoras como Alejandra Adame o Alejandra Toussaint, muy desperdiciada en el papel de Mercedes– no tiene así mucho con qué trabajar, haciendo que Morgana no cuaje ni como drama, ni como heredera que podría ser de un terror más auténtico, más cercano a nuestra identidad.

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Antonio Camarillo Periodista y cineasta, es colaborador de Cine PREMIERE desde el año 2002, conductor de Horroris Causa en UAM Radio 94.1 FM y miembro del equipo de Mórbido: Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror. Actualmente imparte las materias de Narrativa, Guionismo y Géneros Cinematográficos en SAE Institute Mexico, así como talleres de guion para cortometraje.